El trabajo voluntario está intrínsecamente ligado a los valores que lo inspiran y a aquellos que se transmiten a lo largo de su ejecución. ¿De qué valores estamos hablando? Aunque cada acción de voluntariado posea sus propios valores, en general, es posible identificar algunos que definen a los proyectos de voluntariado en sí mismos. Veamos:
- Sentido humanitario: es una facultad humana que nos impulsa a brindar ayuda a quienes más lo necesitan. El sentido humanitario se manifiesta al estar presentes cuando otra persona requiere apoyo.
- Solidaridad: se entiende como una forma de compartir y estar junto a quienes nos rodean, especialmente con aquellas personas a las que podemos mejorar sus vidas con nuestra contribución.
- Altruismo y empatía: el trabajo voluntario no espera recompensas, ya que se basa en la obligación moral de hacer lo correcto en cada situación. Además, surge de la capacidad de ponerse en el lugar de otros, de sentir sus emociones y comprender sus actitudes y comportamientos.
- Generosidad: implica compartir con los más necesitados o vulnerables aquello que podemos ofrecer. Ser generoso significa dar y contribuir en la medida de nuestras posibilidades.
- Sensibilidad: es la fuente de todo trabajo voluntario; allí es donde nace y cobra forma. Algunos lo describen como un sentimiento; otros, como una manera efectiva de mantenernos al tanto de lo que sucede a nuestro alrededor. Ser sensible implica sentir lo que otros sienten y actuar en consecuencia.
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Constancia: no hay trabajo voluntario sin continuidad en el tiempo. En este sentido, son fundamentales los valores de la constancia y la perseverancia. ¿De qué sirve brindar ayuda hoy si mañana nos olvidamos por completo del tema? Un voluntario necesita proyectar su trabajo de alguna manera y asegurar que sus contribuciones se mantengan a largo plazo.